Es: La desconocida y verdadera razón de la excomunión masónica al Gran Oriente de Francia

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La desconocida y verdadera razón de la excomunión masónica al Gran Oriente de Francia

Por Milton Arrieta López, 33°

Según el discurso oficial de la masonería de corte anglosajón y nórdico, el Gran Oriente de Francia cayó en irregularidad en 1877 cuando eliminó de sus estatutos la obligación para sus miembros de creer en una deidad y su voluntad revelada, en la inmortalidad del alma y prestar juramento sobre un libro de la ley sagrada (Biblia, Torá, Corán).

Sobre lo anterior ha escrito el prestigioso masonólogo y sacerdote jesuita Pedro Álvarez Lázaro de la Universidad Pontificia de Comillas en la ponencia: Origen, Evolución y Naturaleza de la Masonería Contemporánea, presentada en la Facultad de Teología en Porto (1994): “A partir de entonces se estableció una nueva y trascendental división en la masonería universal, pasando en adelante el conjunto de obediencias a denominarse «regulares» o «irregulares». Las primeras, englobadas en lo que ha venido conociéndose como dependientes de la masonería anglo-sajona, se caracterizaban por mantenerse dentro de la más estricta ortodoxia andersoniana, por prohibir rigurosamente hablar en las logias de temas políticos y religiosos y por admitir en su seno sólo a varones que creen en Dios y en la inmortalidad del alma. Esta masonería “regular”, representada principalmente por la Gran Logia de Inglaterra, tiene una presencia mayoritaria en países anglosajones y cuenta también con importantes asentamientos en países latinos”.

Las segundas o “irregulares”, seguidoras con mayores o menores matices de los ejemplos belga y francés, denominada también inexactamente masonería latina, se caracterizaron por permitir en sus templos el debate político (no necesariamente partidista) y religioso y, por iniciar y afiliar agnósticos y ateos. Dentro de la masonería irregular se situaron también aquellas obediencias que dieron entrada a la mujer en los trabajos de logia. La compleja situación creada por el nacimiento de las obediencias irregulares, ha perdurado hasta nuestros días. Incluso la Gran Logia de Inglaterra, sólo se ha limitado a exigir la ortodoxia formal de las obediencias que auspicia y ha cerrado los ojos, con demasiada frecuencia, a las realidades socio-ideológicas de las mismas. Dicha corruptela ha dado lugar a que muchas obediencias, tenidas oficialmente por regulares (especialmente establecidas en países de la Europa Meridional y de Iberoamérica), estén impregnadas de un espíritu anticlerical y laicista, contrario, sin duda, a la neutralidad político-religiosa exigida por las Constituciones de Anderson.