Es: Dos placas, dos historias

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Dos placas, dos historias

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Articulo de Victor Guerra Garcia


Nueve años más tarde

Lo que son las cosas, hace ya unos años, un grupito que estábamos trabajando masónicamente en la Logia Amigos de la Naturaleza y la Humanidad, heredera de aquellas otras que se dieron en la primigenia masonería asturiana entre 1850 y 1890. [ Aunque la herencia solo tocaba al título distintivo, que no a la orientación masónica de la logia] pues como digo, un pequeño reducto, que ya es mucho decir, porque la logia era casi que liliputense, además de viajar más que el baúl de la Piquer, o sea itinerancia permanente: Madrid, Valladolid, etc.. , pues eso, planteamos como acción innovadora con motivo del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sacar un folleto con la declaración y nuestros simbolos.

Era todo un acto que rompía con la introspección masónica que amenazaba con sepultarnos a base de trabajos del más puro esoterismo cabalístico que predicaba desde su estrado de Vigilante el Hermano Daza.

El grupo, o facción social de la logia en cuestión, compuesta por Paulino Lorences, Ricardo Fernández y el que suscribe, capitaneamos la colocación de la primera placa de la masonería en el Cementerio del Sucu.

Y allá nos fuimos con nuestra placa un frío 10 de Noviembre de 1998, para proceder al acto de la inaguración.La fotos del momento delatan la soledad de aquel pequeño grupo de profanos (no masones) y masones, estos últimos queriendo patentizar la inclinación masónica y social dentro de lalogia y como no de la propia Obediencia.

La soledad era completa, asistieron al llamamiento muy pocas personas, y casi ninguna organización salvo los compañeros de la Sociedad Cultural Gijonesa, el resto se sitúo en lo correctamente político y noverse mezclados con temas de compases y escuadras. Se rompía de este modo aquel hacer de antaño donde las logias iban en comandita con las organizaciones sociales, culturales y políticas para patentizar un lugar , su sitio en la historia.

Y allí clavamos la placa de la Logia Rosario de Acuña, con espíriti abierto, pues sabáimos que tanto por un bando como por otro habían dado muerte a Hermanos Masones, aunque hay que reconocerlo, que más bien fueron pocos, pues casi todos se fueron al exilio.

Nuestra Obediencia en aquel momento: La Gran Logia Simbólica Española, como estructura apenas si hizo algo más que darnos permiso para el uso de logotipos y títulos, y salvo por un suelto con foto, que publicó en Diario El Comercio, por quien era en aquellos momentos Venerable de la Logia, el acto no tuvo más repercusión.

No había escaso sentimiento de pertenencia en el ámbito obedencial, y por tanto eso se manifestó en una ausencia total de representantes de la Gran LOgia Simbólica Española.